29/5/12

despertar

desperté una mañana,
y mis piernas ya no eran mis piernas,
ni mi espalda era mi espalda,
ni mis dientes eran mis dientes,
por no hablar de mis pulmones
apestados en noches como ésta de Jazz y humos.

desperté aquella mañana,
y en mi cabeza no sonaba ya mi voz,
de mi garganta no salían palabras ni música,
de mi bolígrafo dejó de brotar tinta,
por no hablar de mi teatro
del que no voy a hablar.

el tema en cuestión es que desperté.
y punto.
y final.

monstruito cabreado

me solían gustar los insultos,
cuando me escupías la verdad a la cara y sin tapujos.
¿te acuerdas?

ahora nada, sólo el recuerdo...
el recuerdo y cierto enfado,
por la arritmia que nos impide encontrarnos,
por tu manera de huirme,
más bien de no buscarme.

yo,
como buen inerte,
sólo hago nada.

"nada nunca muerte y no"
parecen haberse convertido en mis palabras favoritas,
bastante a disgusto no te equivoques.

sigues siendo aquel monstruíto cabreado...
¿a qué sí?
sólo que quizás ya no te valga el diminutivo.
no.
ya no.
ha pasado el tiempo.
ha arramplado con aquellas niñerías tan excitantes,
el juego adolescente de la risita nerviosa y la mirada esquiva,
tal vez hasta con el cabreo.

por ti lo digo.

ya sabes que yo...
ya sabes,
ya.

y no.
los mejores recuerdos son los que todavía no creamos,
los que se alimentarán de futuros enfados.
y esos besitos de tu boca pequeña sembrarán
tras mis dientes amarillos las palabras
"siempre todo vida y sí".

7/5/12

Nadie encontró al doblar una esquina de golpe y sopetón a Felicidad:
tomaron café, escucharon música y follaron en el balcón;
y nunca se supo nada de ninguno de los dos...

dicen que Nadie cambió hasta volar...
a Felicidad, nadie la conoce.